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la tecnología en Cuba según el censo 2012

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TV Caribe. Imagen tomada de Facebook.

TV Caribe. Imagen tomada de Facebook.

En Café Fuerte: Más de 700 mil televisores en blanco y negro en hogares cubanos:

El atraso tecnológico salta a la vista con las más recientes cifras oficiales de equipos electrodomésticos: aún sobreviven en los hogares cubanos más de 700 mil televisores en blanco y negro, mientras que el promedio de computadoras es el mismo que el de calentadores fijo de agua: 0.12 por vivienda.

Datos divulgados por el Censo de Población y Viviendas 2012 arojan que 759,164 televisores en blanco y negro, de las marcas Caribe 216 y Krim 218, todos con más de 25 años de explotación, est’án dando la batalla por la permanencia entre las familias cubanas.  De ellos, 662,900 equipos (87 %) están en pleno funcionamiento.

Actualmente el fondo habitacional de la nación cuenta con 3,882,424 viviendas particulares, lo cual significa que en uno de cada cinco hogares hay un televisor B/N, verdadera reliquia antigua.

TV a color en La Habana

La cifra de televisores en colores es de 2.9 millones, concentrados mayormente en los hogares habaneros: 759,409, a poco más de uno por espacio habitacional en el territorio.

Desde junio, Cuba realiza pruebas experimentales de transmisión y recepción de la señal abierta de televisión digital. El país planea dejar atrás completamente la señal analógica de televisión para el 2021.

La cifra de televisores contrasta con la cantidad de computadoras: 439,234, el 94 por ciento de ellas en funcionamiento, Los calentadores fijos de agua o ducha eléctrica andan casi por la misma cifra: 446,142.

El Censo 2012 contabilizó un total de 22 equipos electrodomésticos en uso, entre los que los ventiladores tienen el primer lugar: 6,417,024, de los cuales casi el 97 por ciento están ayudando a los 11.2 millones de habitantes a luchar con el calor.

En contraposición las unidades de aire acondicionado sobrepasan a duras penas el medio millón, lo cual significa que 0,16 por ciento de las casas cuentan con uno.

El conteo casa por casa, que concluyó en septiembre del 2012, registró además los teléfonos celulares (852 mil 413), los teléfonos fijos (884,824), las lavadoras (2.32 mil 432), los hornos microonda (585,597), las planchas eléctricas (2.42 millones).

¿Qué pasa con las ollas arroceras?

Refrigeradores, radios y equipos de reproducción de audio y video se encuentran también entre los que más presencia tienen en los hogares nacionales, todos en cifras que sobrepasan los dos millones de unidades.

Llama la atención en la cifra de refrigeradores, 3,022,968 unidades, que aún el 20 por ciento de las casas cubanas carecen de uno, y el porcentaje es aún más alarmante en la zona oriental del país, donde la carencia de un equipo de refrigeración alcanza índices del 40 por ciento de los hogares.

El registro  pone en evidencia que la región oriental presenta un atraso tecnológico mucho mayor que la parte occidental del país.

Pero lo que resulta asombroso es la cantidad de máquinas de coser: 1,122,455, solo un poco menor que las bicicletas que cada día recorren la isla: 1,354,148, de las cuales el 94 por ciento está en buen estado.

Un dato revelador es el de las ollas arroceras y/o multipropósito, que alcanzan los 3.6 millones en todo el país. La entrega de los módulos de cocción fue promovida como parte de la “revolución energética”, lanzada por Fidel Castro en el 2005.

Sin embargo, el Censo muestra que es el equipo que menos se está usando en la actualidad en las casas cubanas, pues unas 400 mil ollas (un 12 por ciento) están reportadas como fuera de funcionamiento.


Diario de Cuba: Del Papá Estado al sálvese quien pueda

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Ventilador fabricado en la URSS. Santa Fe, Habana. Foto 2013.

Ventilador fabricado en la URSS. Santa Fe, Habana. Foto 2013.

En Diario de Cuba: Del Papá Estado al sálvese quien pueda:

La casa de Otilio es un museo de artefactos facturados tras la otrora cortina de hierro. Jubilado hace 21 años, Otilio es un octogenario solitario y sin hijos, rodeado de objetos anacrónicos y gatos famélicos.

En una pared que una vez fue de color marfil, de medio lado cuelga un diploma concedido por su quehacer laboral tras 45 años al frente de una cuadrilla de plomeros.

Como premio por sus hazañas laborales y por haber sido un revolucionario ejemplar, también le otorgaron medallas bronceadas y varios artículos que tres décadas después se resisten a morir.

De su colección de objetos de la era soviética forman parte un reloj Poljot cromado, una lavadora Aurika que yace en el cuarto de los trastos obsoletos, una moto Karpaty de dos velocidades de la cual solo queda el esqueleto, y un viejo radio Selena que después de golpearlo se logra sintonizar el béisbol.

“Era otra época. El Estado te otorgaba desde una casa en la playa hasta un ventilador ruso. No sé si estos cambios de ahora serán para mejorar o empeorar. Lo que pasa que mucha gente no está preparada. De depender para todo del Estado, al arréglatelas como puedas. Por suerte yo ya estoy de vuelta”, comenta Otilio sentado en el portal de su casa, un gato en el regazo.

En aquella etapa era imprescindible ser un fidelista a prueba de bombas. En caso contrario, había que marcharse 90 millas al norte o saber que el reconocimiento y la posibilidad de adquirir ciertos bienes te estaba vedada.

Han pasado más de tres décadas de aquellos años, donde los caramelos de cumpleaños y las cajas de cervezas para bodas se adquirían por la libreta de racionamiento.

Pero muchos trabajadores y funcionarios aún viven anclados en la mentalidad de esperar órdenes y regalías de Papá Estado. Es lo aprendido en 53 años. Las iniciativas personales siempre fueron mal vistas y consideradas peligrosas.

Aunque racionado y de baja calidad, el Estado garantizaba lo mínimamente necesario para vivir. Pero si aplaudías los discursos de Fidel Castro, asistías a las concentraciones en la Plaza de la Revolución, a las Marchas del Pueblo Combatiente y participabas en los Domingos Rojos, te podías ganar un cupón para comprar un artículo soviético.

Una especie de contrato social basado en la fe ciega y el canje. Época dorada la de Castro, quien gobernaba de manera casi absoluta y con unos pocos locos valientes que se atrevían a disentir.

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el Lavatín

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Lavatín. 1980s. Imagen enviada por Roberto Monstrossen.

Lavatín. 1980s. Imagen enviada por Roberto Monstrossen.

En los años 1980s se inauguraron, en los principales vecindarios de La Habana (desconozco si el proyecto se extendió a las provincias), lavanderías de autoservicio llamadas Lavatín, que se sumaron a las pocas lavanderías tradicionales que habían sobrevivido más de una década de administración estatal luego de que fueran nacionalizadas, junto con muchos otros pequeños negocios, a finales de los años 1960s. Cerca de casa de mi abuela instalaron uno de aquellos Lavatines, en una edificación creo que construida para ello en la avenida 23 entre 2 y 4, en el Vedado.

Mi abuela se alegró con la novedad, pues no tenía lavadora en casa desde que la que adquiriera antes de 1959 dejara de funcionar, sin que pudiera volver a echarla andar. Sabía, además, que las lavadoras semiautomáticas soviéticas estaban fuera de su alcance, pues era ama de casa y su esposo no pertenecía a ninguna organización política ni participaba de la emulación sindical.

No sé con qué frecuencia ella lo hacía, pero recuerdo haberla acompañado más de una vez a lavar la ropa sucia de su casa y de la nuestra. Caminábamos media cuadra (mi abuelo la ayudaba) hasta la avenida 23, donde tomábamos un taxi que, por 80 centavos, nos dejaba, cinco cuadras después, frente al moderno Lavatín conque la revolución había premiado al barrio. Al terminar, creo que llamábamos desde un teléfono público a mi abuelo, que salía a esperarnos a la avenida donde nos había despedido horas antes, para ayudarnos a llevar la ropa limpia a casa.

Duró poco este servicio. Años después, mi abuela adquirió una lavadora soviética de uso que un pariente, premiado en su trabajo con un nuevo modelo, le vendió. En los años 1990s pudo comprar, al fin, con los últimos chavitos que el gobierno le dio a cambio de unos cuantos gramos de oro y plata, una lavadora semiautomática nueva.

El local del antiguo Lavatín se mantuvo cerrado hasta que yo salí de Cuba y desconozco si aún seguirá así. En casa de mi abuela se lava ahora con una lavadora automática que mi mamá adquirió con dólares que recibe de su familia emigrada. La modernidad hace mucho tiempo que ha pasado a ser una cuestión doméstica, al alcance de muy pocas familias.

En Penúltimos Días: Lavatín, autoservicio, texto de Emilio García Montiel a propósito de una versión de la canción Sube espuma que canta Juana Bacallao, ya no disponible en YouTube:

Tal vez el momento más simpático de esta versión de “Sube espuma” no le corresponda precisamente a Juana Bacallao —menos excéntrica aquí que lo habitual—, sino al brevísimo coro con que la Ritmo Oriental introduce la pieza. La composición de Obdulio Morales, también cantada por Xiomara Alfaro, Armando Orefiche y Ninón Sevilla, resulta, de ello, temporalmente contextualizada —ocurrencia, a no dudar, de la propia Juana— a partir de lo que, probablemente, debió constituir la “novedad” de turno dentro de las exiguas disponibilidades tecnológicas en servicios y bienes de consumo de la Cuba revolucionaria: el autoservicio de lavandería o Lavatín.

En la música bailable posterior a 1970, el tema de estas novedades industriales —o mejor, su tardía aparición o reaparición en la isla, así como su relativa posibilidad de adquisición o uso— provocó estribillos, ciertamente más recordados que memorables, dedicados a la olla de presión (“cómo hace la olla cuando pita: pi, pi; cuando explota: po, po”), a la televisión en colores (“televisión a colores, qué bien se ve”), y a los ómnibus japoneses Hino (“la Hino es una guagua nueva”).

De considerar el tema en lo que bien podría ser su opuesto —la inventiva doméstica ante la consuetudinaria carencia de bienes necesarios— habría que añadir composiciones como “dime dónde quieres que te ponga la barbacoa”, de Los Van Van (muy lejos, sin dudas, de aquel despreocupado “Cemento, ladrillo y arena”, de José Antonio Méndez); “El palito de la alcancía”, de El Guayabero (tanto por la alcancía como por el palito, que llegarían a alcanzar la categoría de “innovaciones”); o “El mechón”, de La Monumental, símbolo más de apagón que de luz. Todo ello, obviamente, en contraste con las utopías de bienestar social y personal aludidas no sólo en piezas al uso como “La nueva escuela”, de Silvio Rodríguez, sino, igualmente, en la muy bailada “Me voy pa’ La Habana”, de Sergio Rivero e interpretada por Los Latinos, quizás una de las que mejor sintetiza —desde el irresoluble tema de La Habana y sus inmigrantes— lo que la maquinaria “moderna” gubernamental llegaría a convertir en la mayor —y acaso única— aspiración de muchas familias cubanas de la época: poseer un “… apartamento en el reparto Alamar, con frío y televisor…”. . . .

Ver texto completo en Penúltimos Días.

CubaAhora: La lavadora rusa

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Lavadora Aurika adaptada. Imagen tomada de Havana Times.

Lavadora Aurika adaptada. Imagen tomada de Havana Times.

En CubaAhora: La lavadora rusa:

La llamada obsolescencia programada nada tenía que ver con los equipos confeccionados en la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como queda demostrado en Cuba.

Los “bolos” (así solían llamar a los soviéticos en su ausencia) fabrican feo, pero -se decía- las cosas son duras y no cambian los modelos todos los años, sino cada 10 o más.

También llamaban “rusos” a los equipos aunque fueran productos de cualquiera de las otras 15 repúblicas que componían la desintegrada unión.

Aunque en 2005 hubo cambio masivo de equipos electrodomésticos en la nación caribeña, hay quienes se aferraron a su refrigerador ruso y todavía los muestran con orgullo, proclamando que durarán más que los nuevos y no faltan quienes adquirieron los modernos y ahora lamentan haberse desprendido del made in URSS.

Recientemente me brindaron un batido de guayaba elaborado en un artefacto que a sus casi 40 años solo ha habido que sustituirle una pieza relacionada con la cuchilla  y el vaso plástico cambiado por otro fundido en aluminio.

Y por si fuera poco, mientras degustaba el frío líquido, apaciguaron el calor con un ventilador plástico marca Orbita que ha resistido los embates de dos generaciones de niños que lo han usado para toda clase de entretenimientos.

Todavía ruedan por las carreteras cubanas modelos de jeep de dos puertas y de cuatro con sus motores originales o en algunos casos remotorizados con otro de auto soviético Volga desde hace más de 30 años.

Hay un chiste: varios países llevaron un reloj a competir en tamaño, y ganó la URSS por ser el más pequeño, exacto y duradero, pero cuando notaron que un cable lo conectaba a un aparato gigantesco como el Hotel Habana Libre, el jurado indagó. La respuesta: Es la batería del relojito.

Pero, de todos los equipos, el más asombroso debe ser la lavadora marca Aurika cuya entrada a Cuba se registra en los años de mediados de la década de 1970 del siglo pasado, cuando las amas de casa se sintieron liberadas de una dura carga domestica con su auxilio.

Todavía las hay funcionando como siempre, es decir, las encienden en un lugar y la vibración las traslada a los sitios más insospechados, con un ruido ensordecedor y mojando toda la vivienda.

Después de tantos años, este equipo no deja de asombrar, pues algunas solo lavan, no secan porque el motor fue utilizado para confeccionar un potente ventilador capaz de lanzar una chorro de aire a más de 10 metros de distancia.

O quizás lo encuentre en una turbina para impulsar el agua, en una podadora de césped como la que usan en los jardines del Monumento a la Acción del Tren Blindado en Santa clara, o en el más increíble de los aparatos manufacturados por la ingeniosidad cubana.

Sin embargo, nadie en otro país que no sea Cuba, puede imaginar que lo inviten a una fiesta y a la hora de brindar la cerveza y asar el pernil de cerdo, convoquen a ubicarse alrededor de una lavadora rusa marca Aurika.

Como por arte de magia, levantan la tapa y extraen una botella de bebida congelada, y también una masa de carne congelada, pues han convertido la lavadora en una nevera.

La Habana del matrimonio Lewis (Oscar y Ruth)

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Foto Orlando Lache. 2000. Nuevo Vedado.

Foto Orlando Lache. 2000. Nuevo Vedado.

Tomado del Lewis, Oscar, Lewis, Ruth M. and Rigdon, Susan M. 1978. Neighbors. Living the Revolution. An Oral History of Contemporary Cuba. Urbana: University of Illinois Press:

By the late 1960s, Havana was far from the city of privilege it once had been. The heavy downtown traffic, motor and pedestrian, had disappeared; nightclubs, shops and small businesses, many restaurants, concessions, and vendors had been “intervened” (nationalized) and shut down, or reopened on a part-time basis under state management. Tourism was, of course, greatly curtailed. . . . Hotels, private clubs, and beaches were taken over by the National Institute of the Tourist Industry; clubs and beaches were opened to the public and hotel room rents were lowered by as much as $35 a day, making them available to large number of Cubans. (P. xiv)

In 1960, schools, clinics, and rest homes were established in Miramar’s larger vacated residences. The medium and smaller-sized homes became foreign embassies, administrative offices, and dormitories for boarding students on scholarships. . . . Single-family residences and apartments were assigned to visiting dignitaries, foreign technicians working on agricultural or industrial development programs, and diplomatic personnel. In one part of Miramar a small community was established for the families of counterrevolutionaries who were serving time in prison or on work farms. Brought to the city in 1965 at state expense, these families, once numbering 1,000 people, from rural Pinar del Río and Las Villas provinces, were to be “rehabilitated” and integrated into the Revolution while husbands, sons, and fathers underwent the same process un prison.

For the old residents who remained in Miramar, personal lives were turned upside down. . . . They were no longer able . . . to organize landowners’ associations to maintain the appearance of the community, or a private police force to keep “undesirables” from entering the neighborhood. The “undesirables” had moved next door and had taken over the private beaches and clubs. The scholarship children played in the streets, parks, and yards, picked fruit from private gardens, and marched in formation past their homes, singing and shouting slogans of the Revolution as they went. (Pp. xiv-xv)

Continúan los Lewis, reflexionando que, debido a ello, los antiguos vecinos se retrajeran al interior se sus casas, a pesar de lo cual surgieron multiples conflictos entre éstos y los nuevos ocupantes. El matrimonio Lewis identificó, no obstante, cinco principales áreas de cooperación entre los nuevos inquilinos de un edificio en Miramar: “(1) borrowing food, household items, and tools, and exchanging foods, (2) running errands, shopping or standing in line for one another, and informing each other of items available in the stores, (3) occasionally taking care of each other’s children, (4) working together in block or neighborhood organizations, (5) sharing items of luxury or privilege, such as telephones, automobiles, refrigerators, and small appliances” (p. xxxvi).

Bitácora participativa: Un agujero en el recuerdo

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CHancletas. Imagen tomada de internet.

Chancletas. Imagen tomada de internet.

Periódico Magacín. 28 de agosto de 1976.

Periódico Magacín. 28 de agosto de 1976.

Bitácora participativa: Un agujero en el recuerdo:

Si usted es cubano y recuerda los pantalones de laxter elastizados, de tela brocada o los ´´pitusas´´(jeans) de corduroy que se combinaban con una manjata o una blusa de jersey, entonces recordará también los aberrantes calores de Agosto que provocaban un sudor insoportable menguado un poco quizás con aquellos desodorantes de tubito donde el alcohol creaba los famosos golondrinos a los que se atacaba enseguida con antibióticos, crema la sal(útil para todo) y después leche magnesia con alcohol. Método infalible para detener el olor pero, sobre todo, le enseñaban desde pequeño a no oler si había ´´peste´´, que eso se pega.

Si haciendo un esfuerzo puede aún sentir el fuerte aroma del Moscú Rojo, un perfume que cegaba los instintos y provocaba mareos o también puede recordar la suavidad de Pétalos de Violeta o el pequeño extracto de Rococó cuando el cristal impactaba con su diseño conocido: el clásico racimo de uvas que solo veíamos en las películas. Si su olfato se detiene en el Bermellón una esencia que dejaba por sentado su uso oficial para ir a la escuela o el trabajo, entonces recordará también ´´Los Quince´´

Esta celebración quizás esté más a flor de piel porque es una fiesta que jamás ha dejado de tener su lugar aunque ya no se recuerde el motivo.
La figura principal, no es la homenajeada sino el cake, tan grande como la suma de los futuros pedazos a repartir entre amigos, familiares, invitados, ausentes, santos y demás. El diseño de la mesa, la figurita encima del merengue y el relleno no dejaban escapar su importancia por más que siempre se hicieran acompañar de la ensalada que a veces reforzaba su sabor a piña con el polvito de hacer refresco instantáneo. Las croquetas serían el sello. Todo ya preparado en una cajita de cartón lista para repartir. La cuchara podía ser un pedazo de la tapa y los vasos reciclados de antes de 1959 cuando la cerveza polar. Tan magnánimo agasajo tendría garantizada unas cajas de refresco y algunas de cerveza siempre y cuando usted cumpliera con aquello de: ´´entregar el vacío p´recoger el lleno´´.

El maquillaje era un dilema pero siempre había una peluquera que junto a la costurera del barrio sabían hacer milagros para que los zapatos de Primor parecieran únicos en cada homenajeada. El pelo demostraba su disciplina cuando al intervenir el champú ´´fiesta´´ se dejaba moldear para poder lucir los encantos que se descubrían con la llegada al salón, la sala o el espacio, destinado para todos.. Rolos de los rollitos de papel sanitario. El inolvidable torniquete que se ajustaba con el gorro formado por la punta de una media de nylon, completaba la escena previa. La casa de los festejados y de los invitados ya desde una semana antes puede parecer un loquero, porque si usted recuerda la madre debía lucir bella y joven montada sobre los fabulosos ´´catarritos´´ que hacían una única aparición porque después la suela se abría en eterna carcajada.

Si, usted recuerda seguramente que en esta fiesta no faltaba la historia completa de la parentela. Las baby flowers, los adornos y fotos, tampoco se podía olvidar al combo para amenizar que después seguían al día siguiente con el pique, una celebración más informal. Al pasar unos años la grabadora sería el instrumento de más uso pero siempre necesitaría del tocadiscos Accord para amplificar el sonido y de vez en cuando escuchar el crash de los discos de 45rpm o aquellos azulitos que nunca dejaban claro que música tenían impresa.

El cubano siempre ha asociado las fiestas con la bebida porque con ella los más ´´patones´´ (portador de dos pies izquierdo y una caja de fósforo sin fósforo en cada oreja) y penosos se atrevían a bailar. Ronda, Matusalén, Legendario, Castillo, Coronilla, Bocoy, Guayabita del Pinar o Villa Clara, con el tiempo se sintieron abochornados al aparecer el ´´chispa e´tren´´ dudoso producto de fabricación casera que parecía más una bomba estomacal que licor de bebederos, pero ya para esa época usted, quizás, estaba tomando otras bebidas más fuertes, más suaves, diferente.

Después de la reseca venía el agotador domingo, un aburrido día que se atraviesa a principio o final de la semana depende como usted lo vea. Este se transformó de la noche a la mañana en el preferido de todos cuando La Tanda del Domingo y Mario Rodríguez Alemán nos dieron la oportunidad de conocer buen cine aun cuando ya existía otro programa de calidad que nos permitió ver la diferencia entre el cine de hollywood y la reserva anterior de pantalla cinco o la película de las 2 y media cada tarde entre semana que aceptaba como únicas las películas mexicanas, argentinas y españolas guardadas en la cinemateca. Colina, un ´´describidor´´ de imágenes.

Cuando la quinceañera hacía su desfile en el barrio podía servirse de un carro antiguo funcionando como nuevo o de los carruajes, si era en el campo, pero usted sabía de qué familia venía si el resto llegaba en Lada, Moskovish, Fiat polaco o de 4 puertas que eran los europeos y si por algún motivo alguien se bajaba de un Volga o Peugeot ya ahí si se ponía bueno el festejo porque ella tenía familiares o amigos en el gobierno aunque quedaba por sospecha que pudiera ser un chofer de servicio especial desviando la ruta. Buen motivo para especular con el arte incontrolable del chisme que para un buen cubano es la cienciología sublimada. Un acto secreto y pleno de conjuros.

Llegado el momento no faltaron los recuerdos de toda la familia e incluso el álbum familiar para demostrar que no habías crecido de la nada sino después de un duro esfuerzo de tus padres por hacerte entender que andar con short, pullover y tenis no sería eterno. En algún momento llegaría este día especial, después de haber pasado por varias facetas de uniforme que fueron desde el gris hasta el rojo y ahora el mostaza o el azul dependiendo si estabas becada o estudiabas en la calle. Claro que el verde de las conocidas Macarencos, nunca sería olvidado.

Por las viejas fotos recordarías que de niña usaste medias tejidas con hilo ´´osito´´, suéteres de estambre y un elástico impediría que tus medias blancas cayeran sobre el zapato, ese mismo elástico blanco de un rollo comprado sabe Dios donde, sostenía tu pelo que lucía motonetas amarradas con bolitas de diferentes colores. ¿Podrás recordar que escuchaste Nocturno en tu radio Siboney, quizás en el Taíno?, si tuvistes suerte tus padres te regalarían el Sokol, pequeño, portátil y todo un éxito que no te prohibía hacer las tareas mientras escuchaba lo último en el hit -parade de los años 60´. Lo máximo podía ser tener un Veff o un Selena para sintonizar la Voz de los Estados Unidos de América o poder estar ´´alante´´ con la música.

Todos esos recuerdo, incluidas las fotos donde tu mamá lucia espectacular al lado de un padre galante y nada gordo quizás con espejuelos de armadura de pasta, están en tu memoria pero es probable que no puedas descifrar aquella de la esquina que tiene unas chancletas ´´metedeo con un floripondio´´ dejando entrever el increíble arreglo de sus pies con una luna de preciso diseño y en la cabeza un pañuelo de seda con hilos plateados. La moda cambia, pero la personalidad se mantiene y a esa, la conoces por la parada y el cigarro. Te queda una duda ¿qué fumaba la tía? Vegueros, Populares, Ligeros porque si había otra no te acuerdas. Cuando aquello no estaba la furia del cáncer por fumar, todo se solucionaba con un pomo de bicomplex, viña 95 y una yema de huevo, aceite de hígado de bacalao y si se ponía muy difícil la situación la penicilina o la gamma resolvían el problema.

Al pasar de los años quizás lo hayas olvidado, pero si te lo menciono, tú te emocionas cuando recuerdas las Aventuras, San Nicolás del Peladero y su Juan primito, la alcaldesa, una mujer bella y calmada, símbolo de rebeldía y elegancia que contrataba con la potente voz de Raquel Revuelta en su inolvidable Doña Bárbara en el gustado espacio de la novela cuando de un momento a otro comenzaron a competir las nacionales y las extranjeras que bajo su influencia soñábamos. De lo que si no te olvidas es de la Comedia Silente, Nitza Villapol, Detrás de la Fachada un programa que no nos permitía odiar a Consuelito porque sus constantes intervenciones servían de pie al inolvidable Bernabé para hacer de las suyas.

Aunque la televisión a color se conocía en Cuba hacía mucho tiempo atrás, siempre decíamos ¡bendito televisor! Que nos permitía entretenernos. Un Caribe, con sus delgadas patas a punto de caer, el Krim 218 u otro cualquiera que en blanco y negro o más adelante, pintada la pantalla serviría para descubrir un mundo de conocimientos. Escriba y lea, el panel de los sabios con su clásico ´´ vamos a la siguiente vuelta´´ del moderador, después de las preguntas que aquellos catedráticos respondían sin temor- ¿posterior a la edad media?, ¿siglo XIX o XX?. De la Gran Escena nos obligaba a entender la música más allá de las orquestas. ¡ ahhh!, no te escapas, “Tía Tata cuenta cuentos”, fue tu primer despertador.

Seguro ahora te vendrá a la memoria que después de abrir las ventanas y puertas para soportar las noches de poca brisa sin perder un detalle de la programación, dormir en cama generacional o el viejo pimpampum no sería un problema. El dilema comenzaba cuando el ventilador General Electric después 2millones de reparaciones y cables ´´enteipados´´ fue sustituido en sus funciones. Un aparato blanquito, plástico, y con paletas, aparecía en escena con la arrogante osadía de querer llamarse ventilador. Por ser moderno venía sin protector. Su único problema es que había sido creado para ayudar a descongelar un refrigerador y su uso continuo le provoca ansias de rebeldía por lo que había que amarrarlo a la silla y calzarle la cabeza. Ruso al fin y al cabo no nos entendía y quería salir caminando pero ante nuestra actitud inconsecuente bajaba la cabeza y se suicidaba en su propio calor. Quedaba reducido a la nada plástica.

Si usted recuerda los cubanos podían ser pobres pero limpios por eso hervir la ropa blanca, lavarla con Batey y ponerla al sol era la mejor manera para conservarla ¡qué debía durar unos cuántos años! Lavarla en la Aurica y después en la centrífuga, un equipo pequeño pero útil lo único es que con el uso podía destrozar lo que costó mucho conseguir. Los zapatos de tela, ni soñarlo, esos se lavaban con un cepillito y jabón de olor después se colgaban al sol, cogidos con palitos de tendedera por la lengüeta.

Aunque su mente se ponga a vagar en los recuerdos, tiene fija la foto que recoge cuando tomaste de encima de la cama los regalos, el ´´pitusa Jiquï con la chaqueta´´, no sabes si fue tu tía o tu mamá pero alguien convirtió en batalla conseguir este preciado regalo. El Caribú te lo regaló tu abuela que estuvo esperando conseguirlo por la libreta y cuando lo compró todo el mundo se le quedó mirando porque nadie imaginó a tan respetable señora en aquellos pantalones tan delgados. El mundo corría rápido sólo en tres generaciones y la sociedad se veía distinta. Todos fueros a formar parte de tus prendas personales dentro del escaparatico.

El talco, los perfumes, jabones, las ´´cocalecas´´ (con suela de goma de carro) . Tu papá hizo uno que otro negocio entre los conocidos y te compró unos pullovers que venían con unas mariposas delante, una enguatada de las que daban para la escuela al campo que con un amigo le mandó a pintar una pareja bailando aquello de bim bóm bim bóm..¡.era gracioso! Se usaban la plataforma y había un tenis que se los habías visto a tus amiguitas y sin saber que ellos te guardaban un par les confesaste que te gustaría tener uno. Eran puntiagudos delante y negros, muy bonitos.

Para aquel entonces podías conseguir un pitusa JOUJOU que todavía si cierras los ojos sientes el olor de la mezclilla y la alegría de tener uno de verdad. Muchas de estas cosas te las mandaban de ´´afuera´´ y otras se las compraba tu familia a los rusos del Focsa o los marinos mercante. Todo venía de 15 años reuniendo porque desde que tu naciste se esperaba este día como ´´cosa buena´´. Incluso Bruce Lee, entró en Cuba con aquellos pullovers que se pegaban al cuerpo con el más mínimo sudor.

Pasadas las fiestas, un momento único, se volvía a la realidad y si todavía a la menoria te llega el olor de tus pies después de usar los kikos plásticos entonces es que nunca tuvo tu familia un amigo médico que declarara tu defecto en la columna lo que impedía usaras un zapato que no fuese cerrado y para ello lo mejor serían los colegiales. Claro que tampoco estuviste ajena de los dos tonos, la puntera de piel y el resto de lona. El fin de semana siempre fue distinto, cuando te quitabas el uniforme y podías discutir tu entrada al cine o al teatro. Seguro no olvidas las Ferias de Telarte, con telas que hicieron furor. La moda de los 80´, la costumbre del libro bajo el brazo que mirándolo bien debajo de tu brazo siempre se acomodaba la cultura y la comida: el pan y el libro.

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No creo que la plancha que se comercializaba en Cuba en los años 1970s y 1980s, fabricada en la URSS, necesitara de este enchufe para conectarse a la electricidad. Parece, sin embargo, que otros modelos –con seguridad comercializados en el período prerrevolucionario– necesitaban de este aditamento, ya fuera porque el original se rompiera o porque nunca lo tuvieron incorporado. Mis abuelos compraron este conector, fabricado […]

Ausencia no quiere decir olvido, por Ahmel Echevarría

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Publicado en Cuba Contemporánea: Ausencia no quiere decir olvido: (…) Una tacita de café para comenzar. Porque a mi memoria esta fue la primera imagen que arribó: para la colada en la cafetera INPUD, poner en el embudo, donde va la mezcla de un polvo a base de café y chícharos, aquellas canicas de cristal con aletas […]

la materialidad soviética en Cuba

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En La Habana Elegante, “De la materialidad soviética, sus huellas e implicaciones. Apuntes para una reflexión,” por Damaris Puñales-Alpízar: Pero además de esta presencia subjetiva de lo soviético en Cuba (1), que se ha traducido en una producción cultural cubana pos–noventa donde abundan los referentes soviético–rusos, otra parte importante dellegado soviético está constituida por la permanencia física, […]

el radio de la profesora invisible

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A los 99 años, murió en Cuba Juana Rivero Casteleiro, conocida como Cuca Rivero o “la profesora invisible”, de quien varias generaciones de cubanos recibimos clases de música entre preescolar y cuarto grado. Dos veces por semana, las maestras y auxiliares pedagógicas traían a las aulas un radio Agrícola II (el de mi escuela era de color anaranjado) […]

refrigeradores y política energética

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Apenas comenzado el siglo XXI, Fidel Castro promovió una nueva política energética, la llamada “revolución energética”, como parte de la cual el gobierno reemplazó los refrigeradores soviéticos y norteamericanos que existían en manos privadas por unos más modernos de fabricación china. Para ello, envió inspectores a contabilizar los refrigeradores en existencia y presionar a sus dueños […]

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De la materialidad soviética, sus huellas e implicaciones, por Damaris Puñales-Alpízar

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En La Habana Elegante, “De la materialidad soviética, sus huellas e implicaciones. Apuntes para una reflexión,” por Damaris Puñales-Alpízar: Pero además de esta presencia subjetiva de lo soviético en Cuba (1), que se ha traducido en una producción cultural cubana pos–noventa donde abundan los referentes soviético–rusos, otra parte importante dellegado soviético está constituida por la permanencia física, […]

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“las cosas que recuerdo con agrado”

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  Cuando Cuba Material dejó la plataforma blogger, perdí muchos comentarios y entradas. Estos son algunos referidos a las cosas (materiales) que aún hoy se asocian con significados positivos: Anónimo  Feb 10, 2012 03:56 AM Los objetos que recuerdo con agrado son los libros de la coleccion Huracan, grandes obras literarias con una encuadernacion tan […]

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Lo que dejaron los rusos y su evocación

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Fragmentos del texto de Yoss Lo que dejaron los rusos: …¿cuántos de nosotros no nos hemos sorprendido en los revueltos años de fin e inicio de milenio, al menos una vez, suspirando de añoranza por algunas de esas cositas Made in URSS que tanto criticábamos antes de 1989? …La Mujer Soviética, Unión Soviética, El Deporte en […]

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electrodomésticos y bienes de consumo en la República

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Mis abuelos nunca se deshicieron de sus antiguos equipos electrodomésticos (me refiero a los de los cincuentas y años anteriores), ni siquiera cuando dejaron de funcionar. Una tostadora, una plancha para sandwiches y una cafetera de café americano cuyas porciones de agua y borra mi abuela aprendió a dosificar para obtener algo parecido al café […]

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